lunes, 3 de diciembre de 2007

EL PROBLEMA DE LA MISERIA. Resuelto por la harmonia de los intereses humanos

Ramón de Cala, es un auténtico pionero en la formulación de un socialismo de corte andaluz, y su acción política, su oratoria, y sus obras, transmiten constantemente, además de una tremenda sensibilidad social, un enorme amor por lo andaluz, y un deseo de plasmar en fórmulas de gobierno andaluz los asuntos andaluces, dentro de una idea federal de España.
Como político, fue Presidente de la Junta Revolucionaria de Jerez en 1868, y llegó a ser Vicepresidente del Congreso en las Cortes republicanas, donde presentó el proyecto de Constitución Federal de la República. Al final de su vida, conoció la miseria, trabajó como peón en la construcción de una línea de ferrocarril, y murió en Jerez, en un hospital de caridad. Ramón de Cala vivió intensamente el siglo XIX, Como periodista, fue Director del Periódico "La Igualdad", y miembro de la Redacción de "El Combate", dirigido por José Paúl y Angulo, otro jerezano profundamente revolucionario, hoy olvidado.
Como ensayista, sus obras principales son:
"Los comuneros de París: historia de la Revolución Federal de Francia en 1871",
"El problema de la miseria resuelto por la harmonía [sic] de los intereses humanos.", publicado en 1884.
Y "Sucinto proceso de las elecciones de febrero en la Circunscripción de Jerez de las Frontera", 1891
El socialismo de Ramón de Cala está profundamente influido por el socialismo "utópico" de Charles Fourier. El propio Cala dice: "Primero que republicano he sido socialista. Así su socialismo es necesariamente radical cuando se trata de defender la libertad, y encontramos a Cala el 16 de septiembre de 1868, dirigiendo una partida de cien hombres armados que controla la ciudad de Cádiz, el día antes del pronunciamiento de la Gloriosa, Encontraremos después a Cala en la defensa de la autonomía cantonal, y en numerosos hitos de la lucha obrera y campesina del último tercio del siglo XIX.
Se reproducen a continuación una selección de frases de Ramón de Cala, que he extraído de su libro"El problema de la miseria, resuelto por la harmonía [sic] de los intereses humanos" (1884)
Los trabajadores triunfarán, quizás no tampoco en la segunda batalla, ni en la tercera, pero de cierto alguna vez.
No me han herido las personas, sino las circunstancias
Acaso sea la ilustración imposible, por mucho que se procure, mientras escaseen los medios de subsistencia.
La iniquidad se perpetúa, sin que se alcance remedio, hasta el día, remoto quizás, en que los derechos sean derechos humanos, no de casta, clase, ni sexo, y comprendan a las mujeres al igual que a los hombres.
La democracia, por consiguiente, será una mentira mientras los trabajadores no se apoderen del Gobierno.
Yo afirmo con la mano en el corazón y el pensamiento en la conciencia (...) que la Mano Negra es un mito, que no ha existido, ni existe, y que es una invención desdichada del interés y del pánico (...) también, durante muchos siglos se ha creído en las brujas y en los fantasmas de la media noche, y en las almas en pena.
El trabajador no vende una obra, sino los instantes de una vida.
La mano muerta de los conventos ha venido durante muchos siglos secando las fuentes de la producción, sin que tantos bienes acumulados, gracias al pavor de los castigos eternos, derramaran en la sociedad más que la sopa que se repartía a los mendigos en las puertas de los palacios de la religión.
Por una regla insostenible en el sentido de la justicia, y explicable por el hecho de que los hombres mandan, la pobre mujer se encuentra deprimida en la sociedad. Sus derechos están negados en algunos países, y disminuidos aún en los que de civilizados se precian. Viven bajo el poder de los hombres en un género de sumisión, que difiere poco de la servidumbre, templada solo por la galantería (...) La hembra queda relegada a los servicios domésticos y a pocas funciones más. Sobre todo, para colmo de la injusticia, se retribuyen menos, mucho menos, sus trabajos que los que el hombre ejecuta absolutamente iguales: el sastre gana doble que la costurera; el criado más que la criada. Es un lujo el sirviente masculino, y se le hace como decoración ostentosa, sin embargo de que es más feo. La dificultad de conseguir trabajo y lo miserable de la retribución, son peligros permanentes para las pobres trabajadoras.
El mal consiste en que el mayor número de los humanos no consume lo que necesita.

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